domingo, 8 de noviembre de 2015

Las increíbles selfies que te puedes hacer con una GoPro en el espacio

Los ingenieros de la NASA que comandaron el único viaje con éxito a la Luna realizado por el hombre llamaron al ordenador del Apollo 11 AGC (Apollo Guiding Computer), lo que demuestra que eran mejores construyendo computadoras que inventando nombres ingeniosos. Aquel primitivo hardware funcionaba con una memoria RAM de 72K, unas 100.000 veces inferior a lo que utiliza cualquier smartphone.


Además, no tenía monitor y era incapaz de realizar varias tareas a la vez. Lo que sí incluía, por supuesto, eran varios mensajes para indicar que algo fallaba (lo que podríamos llamar un pantallazo azul primigenio) como el código “1201”, justo el que apareció en el momento crucial en el que módulo lunar se disponía aterrizar.
Cuando Neil Armstrong preguntó a la base de la NASA por el error, el ingeniero Jack Garman actuó como un avezado informático y le dijo que lo ignorara. En esto, las cosas no han cambiado tanto…

Si cualquier teléfono inteligente actual es más potente que el ordenador del Apollo 11, no es descabellado iniciar una misión espacial con un móvil. O con varios.

Y como uno de los principales alicientes que siempre han llevado al ser humano a conquistar nuevas metas es poder contarlo después, nada mejor que enviar un cohete al espacio y filmarlo. La cámara elegida para semejante empresa no podía ser otra que una GoPro.

Desde que Nick Woodman fundara la empresa en 2002, la GoPro ha sido por su fiabilidad e infinitas posibilidades, la cámara elegida para filmar los retos más arriesgados.

Olas monstruosas en tablas de surf, expediciones a la montaña, ciclismo extremo, simas marinas, saltos en caída libre… nada ha escapado al gran angular de estas cámaras, ayudando a que los humanos menos arriesgados (y más cuerdos) podamos sentir algo similar a lo que experimentan los adictos a la adrenalina.

La última frontera para la GoPro era el espacio… hasta ahora. Porque como explica Matt Reyes, responsable del programa espacial de la compañía y apasionado del movimiento Maker, ingenieros independientes con pocos recursos (incluso financiados crowdfundings) ya son capaces de lanzar sus propios satélites y cohetes. Un campo, el del espacio low-cost, que con la ayuda de impresoras 3D terminará conquistando nuestra galaxia.