domingo, 27 de mayo de 2018

CERN, la ciencia que enorgullece a Europa

El mayor proyecto de investigación sobre la Tierra se pone serio

Tras años de retrasos y desfases presupuestarios, una nueva dirección del proyecto ITER cree que puede lograr su objetivo de demostrar que la fusión nuclear es el futuro de la energía


Mar Capeáns
CERN, la ciencia que enorgullece a Europa



Teclear en Google CERN y “end of the world” arroja más de 400.000 resultados. Una cifra considerable que se multiplica si le sumamos variantes de esta misma búsqueda como “destruir el planeta”, “apocalipsis”, “fin de los tiempos”, y similares. Así de famosa (y así de desconocida) es la Organización Europea para la Investigación Nuclear, nombre oficial del mayor laboratorio de investigación en física de partículas del mundo. La explicación de estas alarmas fue la puesta en marcha del LHC (Gran Colisionador de Hadrones), un acelerador de partículas diseñado para hacer chocar haces de protones a gran velocidad. Los primeros experimentos estaban previstos para octubre de 2008, aunque una avería obligó a retrasarlos, algo que llevó al Daily Mail a titular -con la habitual mesura de los tabloides británicos-: “El fin del mundo ha sido pospuesto”. Los temores provenían no solo de los amigos de las pseudociencias, proclives a pronosticar todo tipo de cataclismos a cambio de un poco de publicidad gratuita, sino que hubo incluso un químico alemán, profesor universitario, que demandó al CERN ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Los riesgos que la prensa publicó en esos días no sonaban nada bien: iban desde el nacimiento de un agujero negro que engulliría el planeta a la creación de materia extraña supermasiva que nos reduciría a un montón de neutrones inertes, pasando por el vacío cuántico o la formación de monopolos magnéticos.
Afortunadamente para todos, nada de eso ocurrió. Los hadrones siguen colisionando en el túnel de 27 kilómetros situado cerca de Ginebra en la frontera franco suiza, y con estos experimentos los científicos del CERN han podido demostrar la existencia del escurridizo boson de Higgs, algo tan improbable hasta hace poco que incluso Stephen Hawking llegó a apostarse 100 dólares con un colega a que nunca sería descubierto. El británico perdió su apuesta, pero gracias al CERN los humanos estamos más cerca de conocer el origen del universo. Aunque los experimentos que más llamán la atención del centro son los que implican al LHC por su importancia para los avances en la física de partículas, hay muchos otros descubrimientos nacidos en el CERN que tienen una expresión más directa en nuestra vida cotidiana. Sin ir más lejos, cualquiera que esté leyendo este texto lo hace gracias a que Tim Berners Lee creó la World Wide Web mientras trabaja allí a comienzos de los años 90.
El CERN es un ejemplo único de colaboración internacional. Fundado en 1954, 12.000 científicos de 180 países tienen acceso a los experimentos que se realizan en sus instalaciones. La española Mar Capeans, líder del grupo de tecnología de Detectores del CERN, destaca además otra característica importante del centro: “en el CERN hacemos desarrollos para ciencia básica que evidentemente tienen un impacto en la sociedad, pero nunca con fines militares. Ese es uno de los grandes aportes de Europa”. Uno objetivo este, el de investigar para la vida y el conocimiento y no para uso militar, decisivo si pretendemos seguir avanzando. Al CERN le debemos sin saberlo muchas de las comodidades que hoy disfrutamos y también algunas de las canciones más surrealistas que jamás se hayan escrito en la historia del pop. Sus creadoras son The Horribles Cernettes, un grupo de trabajadoras del centro de investigación, que se definen como la única banda de rock de alta energía. “Nunca pasas las noches conmigo. Tampoco sales con otras chicas. Sólo amas a tu colisionador” cantan… una confesión de desamor que ilustra, sin embargo, la pasión que guía a quienes investigan en el CERN.

Edición: Malu Barnuevo | Georghe Karja
Texto: José L. Álvarez Cedena

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