viernes, 9 de junio de 2017

El genio que inventó el motor de Google, a quien nadie conoce

El mundo de la ciencia y la tecnología se asemeja a veces a un a una
gran feria de las vanidades.



La búsqueda de la medalla, del premio, del
reconocimiento o -todo junto- la gloria de pasar a la historia como uno
de esos seres humanos que hicieron un aporte al avance de la humanidad,
conducen a injustos olvidos y relegan a un segundo plano a muchos genios
 anónimos. Vivimos rodeados de objetos que nos hacen las cosas más
sencillas, y que fueron creados gracias al ingenio de mujeres y hombres
de los que no conocemos el nombre. Todos podemos enumerar de carrerilla
quiénes eran Tomas Alva Edison, Alexander Graham Bell, Guillermo Marconi
 o Isaac Peral. Pero pocos saben quién fue el ingeniero que descubrió
que las ondas utilizadas por los radares podían utilizarse para cocinar
palomitas de maíz. Aunque la mayoría aprovechemos su idea a diario para
calentar la leche en un horno microondas.


Massimo Marchiori es uno de esos tipos. Su nombre es completamente
desconocido para la mayoría y, sin embargo, es posible que algunos de
los que están leyendo esto ahora hayan llegado hasta esta página gracias
 a él. Porque Marchiori es el matemático que ideó el famoso algoritmo de
 Google. De su cabeza salió el corazón de la bestia, el secreto que ha
llevado a la compañía a convertirse en una de las empresas tecnológicas
más poderosas del mundo. Lo curioso es que Marchiori, después de
presentarla en una conferencia internacional, cedió su idea para que la
desarrollaran Larry Page y Sergey Brin. En una época en la que todos
los  jóvenes relacionados con la tecnología, aunque sea tangencialmente,
 buscan hacerse millonarios y entrar en ese club de rockstars en que se
han convertido los gurús de Internet, Marchiori eligió seguir
investigando. Y no se arrepiente: “ganar dinero para una determinada
empresa y aumentar mi cuenta bancaria no es lo que quiero hacer en la
vida”.





El italiano, que después de pasar algunos años en el MIT vive y
trabaja cerca de Venecia, insiste en que su objetivo siempre fue hacer
algo para mejorar la vida de las personas y que eso no se puede
conseguir desde una compañía que está atada por la cuenta de resultados.
 Por eso, asegura, no envidia a los fundadores de Google, ya que él dice
 que solo necesita “un sitio donde dormir y tiempo para pensar”. Esta
libertad es la que le hace observar el desarrollo de Internet, con
Google a la cabeza, con la distancia analítica de los verdaderos
científicos, y considera que ha llegado la hora de que cambiemos la
forma en que nos relacionamos con la red: “hasta ahora los buscadores
son como el oráculo de Delfos: metes las palabras clave y esperas para
obtener el resultado”.

Marchiori trabaja en un tipo de buscador más dialogante, que incluya
una dimensión social y en el que la inteligencia artificial que se
encuentra detrás nos permita relacionarnos con Internet con mayor
naturalidad. El objetivo, en definitiva, es hacer de la tecnología un
espacio más humano: “aquellos que entienden como se hace la buena
tecnología saben que al final lo que tiene que haber es un corazón
detrás” dice Marchiori. Sin duda, el italiano se merece un lugar en
nuestra memoria; por mucho menos Percy Specser, el inventor del
microondas, tiene un edificio en Massachusetts que lleva su nombre.